Lo que sí: el spa y el personal del mismo: una experiencia por la que volvería. Las instalaciones exteriores y la comida buena; los meseros son súper amables, y el personal de lobby. El contacto con la naturaleza y la comodidad.
Lo que no: la limpieza en la habitación y falta de mantenimiento en la misma, por ejemplo: un hoyo en la regadera oxidado (quizás de una llave que antes estaba ahí), el porta-papel higiénico cayéndose, en la alberca al final del día los huespedes dejan muy sucio, las hamacas de la alberca apestaban (eso es falta de mantenimiento). Y sobre todo la gran cantidad de personas que había, hacíamos fila para todo, desde el vallet parking hasta el check in, el personal de recepción del restaurante algo apáticos o malencarados. Los visitantes de una boda insoportables, gritando en la mesa, chistándoles a los meseros y siendo groseos, no nos dejaron disfrutar del desayuno; además, solo puedes adquirir el desayuno buffet, el cuál ubican en un área, y a nosotros nos sentaron muy lejos de la misma.
Si volvería a ir, pero quizás en otras fechas, o incluso corroboraría que no tuvieran evento para realmente vivir la experiencia de relajación y quietud que se promete.
