Elegimos este hotel por ser accesible y, a la vez, estar fuera del ruido, y fue un gran acierto.
Desde el primer momento la experiencia estuvo marcada por su equipo humano, y queremos reconocerlo de manera especial.
Personas como Natalia, Carolina, Alejandro, Edwin y Francisco hicieron que nuestra estadía fuera verdaderamente memorable. Cada uno, desde su rol, se distinguió por su amabilidad, respeto, profesionalismo y genuino deseo de ayudar. No fue un trato de protocolo, sino una hospitalidad auténtica y empática. En momentos que requirieron especial sensibilidad, incluso relacionados con la salud, encontramos cuidado real y una disposición que se agradece profundamente. Gracias a ellos confirmamos que Medellín es, sin duda, su gente.
A esa calidad humana se suma un hotel impecable. Nunca habíamos estado en un lugar tan limpio: no vimos polvo ni descuido alguno, ni en la habitación ni en las áreas comunes. Todo transmite orden, pulcritud y tranquilidad.
El desayuno es excelente: variado, fresco y de gran calidad, con omelette preparado al gusto cada mañana, lo que eleva la experiencia diaria.
Aquí no solo trabajan bien: son un verdadero equipo, y personas así no solo hacen la estadía placentera, invitan a regresar.
Sin duda, volveríamos.
Doynet y Jacobo